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6. Respuestas primaria y secundaria. Memoria inmunológica.

6. Respuestas primaria y secundaria. Memoria inmunológica.

 

La detección de moléculas extrañas de tipo inmunogénico, como muchas de las que poseen los microorganismos patógenos, pone en marcha todo el complejo mecanismo de proliferación y maduración de células inmunocompetentes y de producción de anticuerpos, lo que se denomina respuesta inmune. Se conocen dos tipos de respuesta inmune: la primaria y la secundaria.

 

  •    Respuesta inmune primaria. Es la que se produce ante el primer contacto con un determinado antígeno. Al cabo de varios días de este contacto empiezan a aparecer anticuerpos en la sangre del animal infectado cuya producción va en aumento exponencial hasta una fase estacionaria en la que empiezan a declinar. Los anticuerpos que se forman en esta respuesta son del tipo de las IgM. Al cabo de varias semanas, estas IgM son casi imperceptibles en la sangre.
  •    Respuesta inmune secundariaCuando el aparato inmunológico detecta por segunda vez la presencia del mismo antígeno, origina una respuesta bastante distinta de la anterior: hay menos retraso entre la entrada del antígeno y la aparición de anticuerpos, que son del tipo de las IgG; siendo su producción mucho más rápida, los valores de concentración de estas Ig en la sangre son mayores y su persistencia en la sangre es muy superior (hasta varios años).
  •    Las características de la respuesta inmune secundaria (respuesta más rápida, más intensa y de más larga duración) indican claramente que existe una memoria inmunológica . La base de esta memoria inmunológica hay que buscarla en los linfocitos, algunos de los cuales, tras el primer contacto con el antígeno, se transforman en células de memoria (B o T) de larga duración, sobreviviendo gran parte de la vida del animal. Los linfocitos de memoria están circulando continuamente en la sangre y en los órganos linfoides secundarios, por lo que rápidamente detectan una nueva entrada de antígeno, gracias a la mayor avidez de sus receptores de superficie por el antígeno, desencadenando una rápida producción de IgG.

 

Características de las respuestas inmunes primarias y secundarias.

 

 

7.4. Sueros y vacunas.

 

VACUNAS:

En 1796, Edward Jenner fue el primer médico que aplicó una vacuna. Inoculó gérmenes responsables de la viruela de las vacas a personas, que quedaron inmunizadas frente a la viruela

La vacunación contra una enfermedad infecciosa es una actuación preventiva consistente en administrar una sustancia llamada vacuna, que contiene los antígenos que producen la respuesta inmunitaria.

Se administra a una persona sana, con la finalidad de que adquiera inmunidad frente a una determinada enfermedad, sin padecerla.

La acción de las vacunas se basa en la capacidad de memoria que manifiesta el sistema inmunitario específico.

Cuando penetra un patógeno y se da una respuesta humoral, mediada por los linfocitos B, se activa la síntesis de anticuerpos para combatirlo. Algunos anticuerpos y células de memoria permanecen en la sangre después de que la enfermedad se haya curado. De esta manera, si el mismo agente patógeno vuelve a atacar, es destruido rápidamente.

El modo de actuación de las vacunas es el siguiente:

 

-  Las vacunas contienen antígenos de un patógeno determinado.

 

- Al incorporarse al organismo, estos antígenos provocan una respuesta inmunitaria      específica y, por tanto, la síntesis de anticuerpos específicos contra esos antígenos.

 

-  Los antígenos son destruidos.

 

- Los anticuerpos permanecen en la sangre. En ese momento, el individuo está vacunado y es inmune a la enfermedad.

Cuando el organismo entra en contacto con el agente patógeno contra el que está vacunado, se produce una respuesta inmediata, ya que los anticuerpos impiden que se establezca el patógeno y que se manifieste la enfermedad.

Las vacunas confieren inmunidad durante largo tiempo, y en muchos casos la inmunidad es para toda la vida.

 

Efectos y contraindicaciones de las vacunas

 

Aunque en la mayoría de los casos las vacunas resultan inocuas para el organismo, en ocasiones se producen algunas reacciones que dependen del tipo de vacuna y del individuo al cual se le administra.

Son reacciones características de las vacunas la inflamación de la zona donde se aplican o el malestar general y la fiebre o febrícula.

En ocasiones, la administración de vacunas está contraindicada, como ocurre cuando una persona sufre una enfermedad infecciosa, una inmunodeficiencia adquirida, o tiene antecedentes de alergia.

SUEROS:

Cuando es muy probable que una persona se haya contagiado, es recomendable administrarle un suero con inmunoglobulinas o anticuerpos específicos. Estos sueros se obtienen de la sangre de otra persona o de un animal que haya sintetizado los anticuerpos que se necesitan.

Los sueros proporcionan una protección inmediata, eficaz al iniciarse el contacto con el patógeno. Sin embargo, su efecto es de corta duración y no confiere memoria inmunológica.

Las inmunoglobulinas aplicadas con más frecuencia son la antitetánica y la que se emplea contra la hepatitis B.